La particular situación en que se encuentra nuestro país demanda que estemos “todos a una”. No basta con impulsar unidad. Sí, es buena, y es el paso inicial, pero lo que se necesita es mucho más profundo y requiere de un nivel mayor de desprendimiento.
Tenemos que dejar muchas cosas a un lado y empujar todos hacia un mismo lugar y sobre todo “desde” un mismo lugar. “Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo” dijo una vez Arquímedes y no pudo estar más en lo cierto, así como una mujer en tacones ejerce mucho más presión sobre el suelo que un elefante parado sobre una sola de sus patas, ¿por qué? porque el tacón femenino canaliza todo el peso hacia un mismo punto fijo.
Sobre este principio debe ser concebida la solución a los graves problemas que presenta la sociedad dominicana. Los cambios y transformaciones que demanda el país sólo son realizables desde el poder, y es ahí hacia donde debemos dirigirnos y hacer presión.
Pero dirigirnos “todos a una”, no que cada quien vaya por su lado. No. Tal y como ha ocurrido en otros países de Latinoamérica el pueblo ha ido alcanzando el poder a través de la convergencia en un mismo punto de diferentes fuerzas que habían estado dispersas. Aquí es que debemos concentrar nuestros esfuerzos, en hacer coincidir; trabajadores, maestros, obreros, albañiles, campesinos, estudiantes, profesionales, artistas, religiosos en fin, todos bajo una misma sombrilla bajo un mismo color, todos a una.
Hasta aquí vamos bien. De la pasada contienda electoral surgió una esperanza, pocos se opusieron a muchos, con muy poco se logró mucho. Alianza País, con un puñado de hombres y mujeres libres se interpuso al desorden, a la corrupción, al clientelismo y a todo el dinero del mundo y salieron vencedores.
Salieron vencedores por que consiguieron enviar un mensaje, un mensaje bien claro, de que ¡Sí se puede! Usted puede estar de acuerdo o no con tal o cual punto, pero no se trata de buscar aquello que es perfecto, se trata de buscar aquello por lo que vale la pena luchar, y creo, que por resurgimiento de la República Duartiana vale la pena luchar.
Entonces, tenemos el deseo, estamos más que indignados, estamos firmes, somos dignos, sólo nos falta converger y coincidir bajo una misma idea, bajo una misma dirección política. Como decía el manifiesto aquel “no tenemos nada que perder, excepto nuestras propias cadenas”.
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