Por Fidelio Despradel
Apóstol de la libertad y las luchas antiimperialistas en dominicana; El más destacado y vertical líder revolucionario habido en el país desde las guerras independentistas y restauradoras;
Constructor de la organización revolucionaria más significativa de nuestra historia;
Co-precursor de los grandes acontecimientos que estremecieron el país y América, el 24,25, 26, 27 y 28 de abril de 1965, cuando ya la figura física del líder había desaparecido;
Arquetipo de revolucionario vertical, que siempre hizo coincidir sus palabras con sus hechos.
Ese es Manolo para los revolucionarios y revolucionarias de la generación política del “catorcismo”, y los intelectuales avanzados que han estudiado su paso por la historia reciente de nuestro país.
En el otro lado, están las opiniones de los círculos de poder y sus cómplices, que utilizando los inmensos recursos a su alcance distorsionan las figuras históricas, unas veces desdibujando su acción y pensamiento y otras sublimizando su figura, hasta convertirlo en un simple ícono.
Contando con sólo 17 años, ya en el año 1946-47 Manolo participaba en los círculos anti trujillistas de la Juventud Democrática y el Partido Socialista Popular. Juan José Cruz y el mártir Cocuyo Mieses fueron de sus orientadores, y quienes lo pusieron en contacto con la literatura marxista, la marcha de la revolución Rusa y las proezas del Ejército Rojo.
No tuvo descanso. La década del 50 lo encuentra participando en los restos del movimiento diezmado por la represión trujillista, y ya para el último cuarto de la década, Manolo, Minerva y su generación política, ponen todo su esfuerzo y vidas al servicio de la unificación de los núcleos de resistencia a Trujillo, diseminados en todo el país y en los distintos sectores sociales, para finalmente unirlos, un diez de enero de 1960, bajo una misma dirección, un mismo programa y un mismo camino de lucha, en pos de la organización de la insurgencia armada contra la tiranía.
Para Manolo, Minerva y su generación política, la caída de Trujillo debería ser el resultado de la insurgencia armada del pueblo dominicano, y en ello hay toda una visión estratégica revolucionaria, que concibe al pueblo como el hacedor de su propio destino, tal como ocurrió entre los días 24 y 28 de abril de 1965, cuando los dominicanos y dominicanos desarrollamos una revolución democrática triunfante.
Una vez ajusticiado Trujillo, Manolo estructuró al Movimiento Revolucionario 14 de junio a nivel nacional, en todos los rincones del país, con lo mejor de cada localidad y sector, convirtiéndolo en la más significativa organización revolucionaria habida en el país.
Y cuando le tocó liderar la Insurrección armada Constitucionalista contra el gobierno usurpador del Triunvirato, Manolo y su equipo dirigente, tuvieron el inmenso acierto político de levantar la Constitución de 1963 como bandera y el derrocamiento del gobierno usurpador y la reposición del gobierno de Bosch como camino, con lo que abrieron la inmensa compactación del pueblo dominicano alrededor de estas banderas y caminos, que condujo a Abril de 1964.
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