Día a día se presentan nuevos brotes de resistencia y lucha espontánea, generados por el empeoramiento de las condiciones de vida del grueso de la población del país. Ya no son solo los movimientos territoriales por reivindicaciones locales. Ahora se han generalizado otras demandas: Por el 4% para la educación, contra los impuestos excesivos a los combustibles, por el mejoramiento de los servicios de salud y pensiones, contra corrupción, ineficiencia y abandono de los productores nacionales; hartazgo del país ante la creciente inseguridad ciudadana y complicidad con el crimen de los cuerpos llamados a defendernos.
Sobrados indicios hay de que este despertar no hace más que comenzar. A un año y meses de las elecciones del 2012, esta incipiente ola de descontento activo, sumado a muchos años de indignación y rabia contenidas, por el curso fatal que le han impuesto a la República, hace suponer que en nuestro país existe un gran potencial para la construcción de una nueva mayoría política, que modifique la actual correlación de fuerzas, que ha favorecido hasta ahora a las fuerzas más retardatarias, generando la fuerza suficiente para barrer las cúpulas políticas y sociales que vienen detentando, por décadas, el poder en la República Dominicana.
Lo principal hoy no son tanto las considerables pero en extremo exiguas fuerzas propias de los agrupamientos políticos, las organizaciones ciudadanas y sociales que actuamos en el escenario político y de lucha desde una posición progresista y revolucionaria, sino ese gran espacio social por conquistar, integrado por esa gran gama de sectores y segmentos sociales.
O sea, el espacio por conquistar está por fuera del movimiento progresista organizado. Pero ese espacio es, en cuanto a sus sueños y aspiraciones, mucho más afín con el movimiento progresista (organizaciones políticas, sociales y ciudadanas) que con las cúpulas políticas y sociales que han detentado, para su exclusivo provecho, el poder político en el país.
Lo central es actuar a sabiendas de que el espacio por conquistar está fuera de nosotros, y que cualquier avance de cualquiera de nuestras fuerzas a su interior, es un avance de todos. ¿Ha sido esta nuestra visión y práctica? ¡No; todo lo contrario! pero es hora de que actuemos en consecuencia con esta visión. Y que nos acerquemos a los meses anteriores a las próximas elecciones habiendo avanzado, cada conjunto de fuerzas, lo más posible en la conquista de este espacio. Y hacerlo de tal forma, que cuando llegue el momento de la gran convergencia y la gran complementariedad, nos comportemos con la grandeza que exigirá aquel momento y la conciencia seria del país. ¡Si así no lo hacemos la historia nos mandará al zafacón!
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