Por Gustavo Olivo Peña
El ex fiscal Guillermo Moreno conserva ante la población una imagen altamente
valorada. Tanto, que el buen trabajo de quien fue su sustituto en la Fiscalía
del Distrito Nacional, Francisco Domínguez Brito durante la administración del
presidente Leonel Fernández (1996-2000) no hizo olvidar sus aportes.
Moreno incursionó en la política partidaria en las elecciones de 2008, y
aunque apenas hizo campaña, obtuvo una votación nada despreciable para un
debutante, poco más de 18 mil votos, suma más o menos parecida a la registrada
por Juan Bosch y el PLD en 1978.
Moreno parece encarnar el ideal de político y candidato para una porción
importante de la ciudadanía, sobre todo en sectores de la clase media, entre los
intelectuales y estudiantes universitarios. Es un hombre decente, con un
discurso bien definido sobre temas tan cardinales como la corrupción, el respeto
a los derechos civiles y la justicia.
De hecho, su figura pudiera convertirse en puntal para un proyecto político
de alternativa, en el que coincidan los no conservadores, desde algunos
segmentos de la izquierda hasta liberales independientes y desilusionados que
antes creyeron en el PLD o en el PRD.
Lo que le falta a Moreno es sentar las bases de su propuesta. Y para esto es
indispensable que se convierta en un político a tiempo completo; que recorra
barrios y campos, que intercambie ideas con organizaciones sindicales y
profesionales. Ojalá se anime.
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