10/4/11

El camino de Alianza País

Por Cristino Alberto Gómez

Está recorriendo todos los puntos de nuestra geografía y cada sitio donde hace presencia el sentir que nos une como dominicanos el aire de la Alianza País. Se siente en las calles, en las guaguas que transportan a los dominicanos y las dominicanas con deseo de cambiar el rumbo (hoy torcido) de nuestra República y orientarla hacia la que soñaron y por la que lucharon los insignes Trinitarios motivados por el pensamiento patriótico de Juan Pablo Duarte, en las universidades y escuelas donde hoy se cimientan los pilares que sostendrán el futuro de la Patria, en las casas donde se vive el afán propio del espíritu de trabajo y compromiso de las familias dominicanas y donde se siente profundamente el dolor de las necesidades fundamentales cuando se empapan del sabor amargo que causa la desesperanza, en las oficinas, fábricas y fincas donde se organiza y efectúa el trabajo que escribe con sudor las páginas del mañana.

Alianza País (ALPAIS) es un camino que forjamos juntos y juntas las mujeres y los hombres que deseamos un país diferente cuando decidimos proyectar nuestros pasos hacia la edificación del nuevo porvenir de la patria. Las redes de nuestra alianza se alimentan con el trabajo diario y se soportan sobre los principios que permitirán la instauración de un gobierno honesto. Esta honestidad empieza por cada ciudadana y ciudadano, cuya vida se consagra a la recuperación de la dirección que trazaron los trinitarios, que nos recordó la constitución de 1963 y que hoy nos propone el Dr. Guillermo Moreno García, hacia una República Dominicana justa, libre, participativa, solidaria, independiente y soberana.


La restauración de la Patria depende de nuestro creciente sacrificio con la convicción de que sí se puede y la voluntad de lograrlo. Debemos recuperar el peso de nuestra palabra, y esto es posible solamente a través de la respuesta que nuestros actos son capaces de ofrecer a la manera como pensamos. El juramento de cumplir la constitución y las leyes, tantas veces pronunciado y tan pocas de ellas observado en las acciones de los gobernantes de los partidos tradicionales, debe conocerse desde su carácter sagrado. La palabra escrita en nuestros instrumentos legales no puede seguir siendo objeto de los intereses del día ni excusas para la impunidad. Un Estado en el deber de atacar de raíz la corrupción no puede operar mediante prácticas corruptas. Un Estado con la responsabilidad de resolver problemas de alta relevancia para la sociedad no puede dejar abiertos espacios para el conformismo ni para las llamadas botellas, poros abiertos por donde se lixivian los recursos cuya ausencia es sufrida por el pueblo en la necesidad de sostener sus medios de vida y alcanzar las metas trazadas como nación. Tampoco puede ese Estado incentivar que a posiciones desde las cuales se toman las decisiones colectivas entren o se mantengan ocupantes cuyo interés sea la búsqueda de beneficios personales o favorecer a sus allegados. Este tipo de actitud no cabe dentro de un proyecto de país dirigido por un gobierno honesto.

Los principios del aliancista, o sea del ciudadano activo que desea un cambio de rumbo del país y adicionalmente actúa para lograrlo, se reflejan desde el propio ámbito donde se desempeña en el día a día, con una actitud crítica ante la situación local, nacional e internacional, un mensaje de cambio, la puntualidad y responsabilidad en sus acciones, la honestidad en el ejercicio de sus funciones, la integridad, la solidaridad y el respeto a la libertad. El aliancista sabe que sus sueños sólo son posibles a partir del trabajo y por lo tanto se esfuerza en el logro de los objetivos que le encaminan hacia una visión. Comprende a la vez que existen objetivos individualmente inalcanzables y que requieren de la unión de voluntades. Es por eso que a través de una organización con vocación de poder llamada Alianza País (ALPAIS) fortalece el alcance de sus metas y la capacidad de lograr una visión compartida de país.

Muchos hemos soñado los cambios que requiere la patria, y deseamos verlos realizados por el futuro de nuestra nación, por el bienestar de las generaciones que vienen, a quienes no quisiéramos entregar los vestigios del colapso sino un país donde esté garantizada su libertad, donde puedan ejercer libremente sus deberes y donde sean conscientes de los derechos que les son inherentes. Un país donde tengan oportunidades de educarse y trabajar para de esa manera emprender la realización, y donde cuenten con la calidad ambiental y la base de recursos naturales que puedan sostener sus estrategias de vida en un entorno saludable. Nada de esto puede lograrse en el imperio del sistema de partidos tradicionales, porque una y otra vez repiten los mismos métodos dado que tienen el mismo objetivo: enriquecerse y con ellos a sus allegados. Si en verdad queremos el cambio, necesitamos un giro diferente, que nos lleve a la República Duartiana. Démosle una oportunidad ALPAIS, hoy que estamos justo a tiempo. ¡El momento del cambio es ahora!


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