Por: Radhamés Pérez
Durante las noches del 18 y 19 de agosto decenas de miles de soldados estadounidenses salieron de Irak, mayormente hacia Kuwait.
No hubo despedida.
Ni discursos laudatorios.
Tampoco las fanfarrias que en situaciones semejantes acompañan a un ejército vencedor.
Esto ocurre 7 años y 3 meses después del famoso discurso dado por el Presidente George W. Bush, desde un poderoso portaaviones norteamericano, anunciando en fin de los grandes combates en Irak y con una enorme tela de fondo con la leyenda: MISION CUMPLIDA.
Como demuestra la historia, ese discurso no puso punto final a los combates y mucho menos a la guerra, como tampoco creo que lo signifique la salida de estos soldados.
Atrás dejan 50,000 soldados más, los cuales, supuestamente, estarán allí no para combatir sino para entrenar a la policía y al ejército iraquí, pero atacaran en caso de ser atacados o que así lo requiera el gobierno iraquí.
Pero dejan también, un país profundamente destruido y dividido.
Un país donde el jefe del Ejercito, Babakir Zebari, considera como “una tarea muy difícil defender al gobierno después de la retirada” de las tropas estadounidenses.
Con un gobierno provisional débil, inoperante y dividido encabezado por Ali Maliki, “amigo” tanto de EE.UU. como de Irán. Recuerden que Irán es hoy para EE.UU. lo que fue Irak en el 2003.
Como paradoja de la vida, EE.UU. que invadió a Irak buscando el control de su petróleo vio que el año pasado a 44 corporaciones multinacionales firmando contratos en Irak, de las cuales solo 2, la Exxon Mobil y la Occindental Petroleum, son de aquí, mientras la mayoría de provienen de China y Rusia.
Lo más doloroso en toda guerra es la perdida humana; es el sufrimiento y el dolor de los seres humanos y en ese ámbito Irak nos presenta cifras aterradoras:
1 millón de muertos
4 millones de refugiados.
Millones de personas heridas.
Incuantificable el sufrimiento, el dolor y la tristeza de su pueblo.
EE.UU.
4,419 muertos, incluidos muchachos de nuestros barrios algunos de los cuales ustedes conocieron.
50 mil pensionados por invalidez.
300 mil mas solicitando pensiones.
320 mil padeciendo de “depresión severa”.
Y por ultimo un pequeño dado más que expresa la magnitud de la tragedia: 18 veteranos de la guerra se suicidan cada día.
Todo esto resume, muy apretadamente, la consecuencia de una invasión hecha a partir del peligro que representaba un gobierno que supuestamente tenia armas de destrucción masiva, armas nucleares, químicas y biológicas.
Armas que nunca aparecieron, porque sencillamente no existían.
Ojalá que la salida de los soldados de Irak sea para regresar a EE.UU.; para regresar a sus hogares y al seno de sus familias, y que no se convierta en realidad lo dicho por Thomas Smith, al salir de su vehiculo de combate cuando llegó a Kuwait:
“Mas arena, mas temperatura. Pero al menos nadie nos dispara por aquí. Me pregunto como es el clima en Kandahar”, Kandahar es la principal ciudad de Afganistán, país también invadido desde el 2001 que vive una atroz guerra que parece no tener final.
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